Zopilote

Una palabra donada por Alexandre Chevalier

zopilote.
(Del náhuatl tzopílotl).
1. m. Am. Cen. y Méx. Ave rapaz diurna que se alimenta de carroña, de 60 cm de longitud y 145 cm de envergadura, de plumaje negro irisado, cabeza y cuello desprovistos de plumas, de color gris pizarra, cola corta y redondeada y patas grises. Vive desde el este y sur de los Estados Unidos hasta el centro de Chile y la Argentina.
~ cabecirrojo.
1. m. C. Rica y Méx. aura2.
V.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados

Vaya usted a saber si no será un buitre.

Aviso: este artículo apesta.
 
«Zopilote» proviene de una lengua cuyas palabras no tienen acentos. El náhuatl, la lengua de los Mexicas, Aztecas o Nahuis es -según su etimología- un idioma suave, «cercano al agua» y todas sus palabras son graves. El zopilote es un ave rapaz cuya particularidad es la de no tener garras. Intuitivamente, esta característica es contradictoria con su origen etimológico ya que éste apunta a un nombre compuesto precisamente por dos elementos: «Tzoti», inmundicia, y «pilotl», colgante. Existen, no obstante, imágenes y explicaciones que sí se refieren a sus garras, aunque no a su uso para desplazar la comida colgando de ellas. El zopilote, pues, tragaría directamente los pedazos de carroña para luego regurgitarlos cual rumiante y compartirlos así con sus crías. Existe otra explicación sobre el porqué del «regurgito» pero no me ha quedado claro si es complementaria o contradictoria con la anterior. Éste sería un medio de defensa: por un lado, para poder desprenderse del peso de lo ingerido y poder así huir más rápido y, por otro lado, para ahuyentar al predador gracias al hedor fétido del vómito.

Decir además que algunas culturas parecen mostrarse supersticiosas ante el zopilote por su proximidad con la muerte pero otras religiones le rinden culto por la misma razón y por su importante papel en el ecosistema.


…Regurgitar. 

En la Schirn Kunshalle Frankfurt se inauguró en febrero una exposición monográfica sobre Yoko Ono. Al visitar la exposición, me acordé de la palabra «regurgitar» y del uso que John Lennon le dio durante una entrevista que Tarik Ali y Robin Blackburn le hicieron junto a Yoko Ono:

Cuando te despiertas con el corazón batiendo a toda prisa y con toda la espalda contraída, o cuando sufres de algún otro tipo de impedimento, debes dejarte ir hacia el dolor y, el dolor mismo, regurgita el recuerdo que originalmente ocasionó que lo reprimieras en tu cuerpo. De este modo el dolor se encauza por la vía correcta en vez de ser reprimido de nuevo, como cuando tomas una píldora o un baño, diciéndote “ya pasó”.  

Su sentido del olfato es muy débil, así que el zopilote sigue a otros buitres y aves carroñeras bien dotados para detectar la comida. Así revolotean juntos esperando a que la presa fallezca o, en algunas ocasiones, para darle el golpe de gracia si ya está en las últimas.

Costa Rica es el primer país que ha logrado ver nacer a un rey de zopilotes o zopilote rey (Sacoramphus papa) en cautiverio. El pasado 13 de marzo, tras muchos intentos infructuosos, se celebraba con entusiasmo la noticia en el Zoo Ave Rescate Animal, donde se estima que esta especie es fundamental para el buen mantenimiento del bosque, ya que su alimentación a base de cadáveres animales evita la propagación de bacterias infecciosas.

Rey (Sacoramphus papa) o común (Coragyps atratus), el zopilote es un animal con una fuerte presencia en la cultura maya. Según el libro de Mercedes De La Garza, «Aves sagradas de los Mayas», ambas especies de zopilote simbolizarían, junto al búho y el tecolote, energías de la muerte procedentes del inframundo que ellas podrían transportar por el aire

Mercedes De La Garza, «Aves sagradas de los Mayas»

El rey, también llamado Señor, mantiene una relación con la Luna, ensalzando así el lado maléfico de la diosa, como transmisora de enfermedades varias como la sarna…

Una pausa para apuntar que en gran parte de las páginas de viajes y turismo donde sería posible obtener una imagen del zopilote rey, aparecen anuncios de «encuentre una mujer rusa». Un contexto que a mi entender justifica el uso de sinónimos de «zopilote» como «buitre» para designar a personas que revolotean ávidas de poder alrededor de una presa potencial y predefinida por quién sabe quién. 

A menudo definido como uno de los animales más limpios por el efecto aspiradora de su presencia, de nuevo, la metáfora es tan poco evidente como prescindible. El zopilote, o «zolipote» como lo llamaba yo antes de conocer esta palabra que me costó mucho memorizar, está rodeado de ambigüedad e ironía: admirable por su acción benéfica para con el ecosistema, de mal agüero por recordar al que lo vislumbra que algo o alguien está falleciendo a algunos metros, hermoso por su plumaje sutilmente polícromo, víctima por estar en peligro de extinción, asqueroso por aprovechar cualquier pretexto de supervivencia para vomitar

Cuando, por otro lado, pensamos en los «fondos buitre» está claro que nos estamos quedando con solo un aspecto de este pulido animal. Aunque bien mirado, esperar a la caída de un país para invertir en la deuda por un importe inferior al valor nominal puede ser efectivamente considerado, por los autodenominados benefactores, una acción de limpieza en toda regla que favorecerá sin duda el sistema económico global (lo cual no es -quede apuntado- sinónimo de ecosistema).

Haciendo abstracción, el gran zopilote económico ha reinterpretado soberanamente la noción de regurgitar que -para los que creían que iba a quedar fuera de juego en este vaivén de símiles- tiene una gran importancia en todo esto. No es necesario ser experto económico para detectar que el funcionamiento del capitalismo contemporáneo implica el canibalismo y la autofagia; por lo que el regurgito -que, aunque nos pareciera repugnante, es una respetable e incluso noble vía para alimentar a las crías o defenderse- emana aquí un hedor del que sólo el emisor queda inmune, pero sólo al principio.

Estamos aquí entrando en una nueva etapa en la que ese hedor empieza a afectar al que lo exhaló y todo tras haber confiado ciegamente en que su falta de olfato lo inmunizaría. Se le está devolviendo al emisor, en bolsas bien educadas, el malestar que se ha ido instalando paulatinamente en las casas del resto de miembros de su especie, de sus conciudadanos, ¡sus homólogos! Esas bolsas de las que creía sostener las asas -decíase le han abierto delante de las narices al autoproclamado zopilote rey y… claro, le molesta. Y todo por creer que la autofagia es un método ineludible y que los efectos colaterales no son consecuencias reales.
En fin.

Por favor, permitamos que el zopilote recupere su ancestral nombre y no lo confundamos con un parásito y ¡ah! devuélvanle de paso la dignidad al regurgito según Lennon, con lo que cuesta de entender…
 





 


|Textos: Irene Pomar|  

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.