Alcaucil

Una palabra donada por Luisma Giménez

Eres un cardo.
 

La alcachofa o alcaucil es una planta de origen mediterráneo del género Cynara y de la familia Asteraceae. Su nombre científico es Cynara scolymus L. Es sin duda descendiente -mediante selección y cultivo- del cardo borriquero o común, Cynara cardunculus L., endémico de la cuenca mediterránea y de la región macaronésica.
La alcachofa puede vivir hasta cuatro o cinco años y se suele reproducir por renuevos, es decir, por los hijos que nacen en la parte inferior de la planta. Sin embargo, algunas de las actuales variedades suelen partir de semillas sembradas en almácigas o invernaderos. 

En la barra de un pub irlandés de la ciudad menos irlandesa que uno pueda imaginar se resguardan del frío de enero hombres y mujeres de entre 25 y 40 años. La nieve y el viento convierten en paraíso este estrecho local al pie de la catedral gótica. 
Sandra está sentada junto a Marion. Ambas comentan la conferencia a la que han asistido sobre sectores económicos emergentes en la ciudad. «Cariño, cariño», repetía Sandra riendo, indignada. Durante el turno de preguntas, el profesor K. -de unos sesenta años- ha respondido con esta palabra, sistemáticamente, a las universitarias que solicitaban su opinión sobre algún aspecto técnico, sobre un tema tan poco cariñoso como los sistemas de producción. Sandra lo imita así: «Cariño, como sabrás…»; «Cariño, este tema…» Un tono que contrasta con el tono formal y a veces cómplice con el que contestaba al sector masculino del auditorio. Sector: nadie habría pensado que había sectores hasta que ha asomado la palabra «cariño».

No es para tanto.

En plena carcajada encubridora de desconcierto, pasa por la puerta Simone. Con su boina roja, como siempre, tarda unos minutos en quitarse el abrigo. Pide su bebida mientras se acomoda junto a sus dos amigas. Éstas retoman el aliento para preguntarle: «¿Cómo te ha ido la entrevista con el profesor K.?»

Simone empieza a reír y Sandra y Marion esperan, sonriendo, a que les explique lo ocurrido: «La entrevista con K. ha sido breve. No me dará la matrícula de honor.»

Repite la palabra «dará» rompiendo a reír de nuevo y sigue: «No me la dará porque dice que no he ido a verle al despacho suficientes veces». Las tres saben que se refiere a actuar como J., ese compañero de estudios brillante y trabajador que encontraba tiempo para visitar al profesor cada día para charlar, intercambiar lecturas… Así que eso es lo que Simone debería haber hecho. «Pero le dijiste que después de su clase te vas a trabajar?», interpela Marion. 

«Sí -explica Simone. Me ha preguntado que si me iba a trabajar para pagarme la discoteca (¡quién dice discoteca hoy en día!)… Evidentemente, le he explicado que mi sueldo es para pagarme sus clases pero el profesor K. ha dejado muy claro que la matrícula de honor se la daría a J. Así que lo único que he sabido decirle es que habría preferido que me criticara algún aspecto de mi trabajo, que resulta decepcionante que la asistencia a clase y la calidad de los ensayos no fueran en realidad los parámetros que orientan su evaluación. Cuando me iba de su despacho, oí un cariño, no te enfades que me hizo cerrar la puerta como si no lo hubiera oído.»
Sandra y Marion gritan a coro «¡cariño!» y se echan a reír de nuevo. En cuanto las tres tienen su copa, brindan. Antes del segundo sorbo, Simone nota una presencia extraña a sus espaldas. Al girarse, ve apoyado en la barra a un tipo inclinado hacia ella, con los ojos cerrados y los labios apretados en forma de beso. Las tres miran al personaje y Simone le pregunta: «¿Sí?»

El joven abre los ojos y acerca aún más su cabeza hacia la estudiante. A la pregunta de «¿Qué haces?» este destensa los labios y responde: «Mujer, no te enfades, sólo es un beso». Cuando Simone le da la espalda para retomar la conversación con sus compañeras, él la interpela: «Oye, que te estoy hablando, no te pongas así». Simone se gira de nuevo:

«¿Hablando? Ahora sí me estás hablando pero, ¿en serio crees que dirigirte a alguien que no conoces con los morros arrugados es hablar? ¿Sabes algo de mí además de que llevo boina roja y que tengo un par de amigas? ¿No tienes preguntas? ¿No quieres saber nada? ¿Sólo esperas que por algún fenómeno cósmico inexplicable tu postura me invite a darte un beso? ¿En serio? No pareces estúpido pero tu actitud absurda y condescendiente esconde cualquiera de tus posibles bondades…»

En realidad, después de la primera pregunta, el cliente ya se había ido a brindar con sus colegas, que se estaban haciendo selfies con sus caras rozando los escotes de sus nuevas amigas… Así que Simone ha soltado la retahíla de elocuencias a sus amigas que asentían y, una vez más, reían porque… en fin.

No es para tanto. ¿Verdad? #7N

(c) Arturo Pomar, Grandes mujeres, 7/11/2015


 

|Texto: Irene Pomar|
|Imagen: Arturo Pomar|

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alcaucil.
(Del ár. hisp. alqabsíl[a], este del mozár. *kapićéḻa, y este dim. del lat. hisp. capitĭa, cabeza, por alus. a su forma).
1. m. Alcachofa silvestre.
2. m. alcachofa (planta compuesta).
3. m. alcachofa (cabezuela de esta planta).
4. m. vulg. Arg. Soplón, delator.

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