Lejanía


Una palabra donada por Tomás Caballero


lejanía.
(De lejano).
1. f. Cualidad de lejano en el espacio o en el tiempo.
2. f. Parte remota o distante de un lugar, de un paisaje o de una vista panorámica.
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Lejanía – Lejía – Estrabón

I.  Sin referencias

  • Relación de lejanía.
  • Lejanía como lugar en el que se está. Como un punto alejado de otro desde el que percibimos algo como ajeno, extraño, casi unidimensional. Un horizonte que representaríamos con una línea simple o un rectángulo 
  • Si en algún momento alguien siente que está lejos del lugar que le corresponde es porque el lugar en el que se encuentra está lejos de poder ser habitable por ese alguien… por alguna razón que seguramente se le escapa. Galimatías.
  • Se dice que tres horas de tiempo para reunirse con los suyos implican una sensación de lejanía. Evidentemente esta sensación aumenta y puede volverse abismal si además hay océanos de por medio.
  • Lejos, distante, metros, kilómetros, cerca, lejano, cercano, a pie, andando, horizonte, fax, mail, reloj, tiempo, futuro, restos, arqueología, recuerdo, memoria, Alzheimer, pérdida, paulatino, miopía, otear, alejamiento, avistamiento, miento, intuición, argumento, mente, causa primera, causa última, final, recorrido, ramificación, dispersión, remontar al pasado, proyectar hacia el futuro, frontera, la distancia más corta entre dos puntos, tres horas. 

 

II. En busca de un sistema
 
Hay dos tipos de lejanía:
1. Lejos: decimos que algo está lejos cuando sabemos que ese algo existe pero que éste no es accesibe de forma inmediata. La Luna siempre estuvo lejos.
2. Lejos, lejos: tanto el lugar como lo que allí se encuentra no existen hasta ser descubiertos. Así pues la noción «lejos, lejos» se pronuncia solamente a posteriori. Como cuando se descubrió América. A diferencia de la Luna, ésta se encontraba lejos, lejos, pero antes en Europa no se sabía ni que estaba, su existencia no era ni tan siquiera cuestionada

¿Es cierta esta relación entre distancia y existencia? Una cuestión lo bastante trivial e intuitiva como para que su análisis se reduzca a simples juegos lógicos de deducción e inducción. No obstante, como experiencia vital ligada a la percepción y al conocimiento del mundo -del nuestro y del de los otros-, es un aspecto de nuestra vida que ha ocupado un lugar importante en el arte. 


La obra del artista pakistaní Sajjad Ahmed, «Words do not exist», es una obra bidimensional, un cuadro, vamos. Un rectángulo horizontal de tres metros de largo con bandas verticales grises impresas.

Cuando el espectador empieza a alejarse de él, descubre unas palabras que niegan su propia existencia, «las palabras no existen»; una inexistencia que únicamente puede ser pronunciada en la distancia, una vez desocultado lo que habitaba detrás de esas bandas grises. Una respuesta a una pregunta que el visitante no podía plantearse estando cerca ya que el paradigma, la mirada, era otro. Descubrimiento en la lejanía, invisibilidad en la cercanía. ¿Qué fue primero? ¿La historia es contada realmente en ese orden? ¿Primero sólo percibe una impresión cromática y, sólo después, al alejarse, descubre algo que dice de sí mismo no existir? ¿O en realidad habría leído en primer lugar ese breve manifiesto nihilista que se confirma y olvida al acercarse?

Sajjad Ahmed, «Words do not exist», 2007, 304,84 x 213,36 cm,  Digital C-print




























El recorrido, el viaje del espectador, es importante. Es un trayecto significativo. En ese lejos, lejos se da ese estado de conciencia del incio del viaje hacia lo desconocido. Hacia el viejo non plus ultra que siempre contuvo una paradoja: no hay nada más allá, pero más allá está por ahí y, por lo tanto, un nuevo haber puede aparecer en el viaje; las palabras no existen, pero yo las leo, me acerco y se esfuman y, de su (in)existencia sólo queda el recuerdo de las mismas. Si del non plus ultra borramos el non, de las palabras no existen, dejamos de ver las palabras pero de nuestra memoria desaparece únicamente el no existen.

Cuando el artista introduce la paradoja humana y lingüística en su investigación creativa, ocurre a menudo que esas dos dicotomías, esas dos categorías de lejanía bien diferenciadas en un primer tiempo, pasan a difuminarse suavemente, guardando su propio carácter pero rompiendo las fronteras conceptuales que sólo la geometría, la geografía y la lógica permitían proteger. Las palabras de cerca (o de lejos, lejos, según el relato del viaje del visitante)
no existen, no están escritas; de lejos son lisibles, materialmente inaccesibles, potencialmente tangibles y -alardeando del poder del metalenguaje se autoexilian del mundo de lo existente e indiscutible.


A modo de epílogo, sólo queda un apunte para recordar esas palabras que también aparecían y desaparecían del caparazón de Casiopea, la tortuga de Momo, personaje con el que Michael Ende ilustra una carrera que desafía la noción de lejanía gracias a un tiempo reformulado, donde la medida de la distancia es también paradójica: directamente proporcional a la velocidad a la que uno intenta acercarse a la meta.





|Texto: Irene Pomar| 

    


¡Gracias! 

Esta entrada es posible gracias a la obra del artista Sajjad Ahmed, que ha contribuido con interesentes intercambios sobre su obra y con la imagen de su trabajo mostrado en Se Me Ha Caído El Diccionario. Gracias, thank you, شکریہ Sajjad.
 

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