Habanera


Una palabra donada por Lorena Lucas Moreno

ART. 110. Tampoco podrán tenerse bailes en las casas particulares sin dar conocimiento á la Justicia local, que los permitirá siempre que no tenga motivos para sospechar que en ellos puede comprometerse el orden público. La contravención de este artículo será castigada con la multa de 3 pesos.
ART. 111. Los bailes de los negros bozales solo se permitirán los dias de fiesta en la inmediación de las murallas y sitios acostumbrados, desde las diez hasta las doce de la mañana, y desde las tres de la tarde hasta el toque de retreta, bajo la multa de 3 pesos que se exijirá á los capataces de dichos negros.
ART. 112. En ningún caso saldrán los negros por las calles en cuerpo de nación, con banderas ú otras insignias sin permiso del Gobierno, 6 de la Autoridad local, pena de 10 pesos de multa.  Sin embargo les será permitido celebrar el dia de las Santos Reyes y el de San Miguel con las diversiones acostumbradas, en la misma forma que lo han hecho hasta ahora. (Gobierno de Puerto Rico, 1849, p. 18)

Fuente: La Habana Elegante
Fuente: La Habana Elegante

De ida y vuelta

He cantado cientos de veces «El meu avi va anar a Cuba a bordo del Català» en un catalán imperfecto pero convincente. Convicción que venía de la certeza de que, fuera quien fuera ese abuelo protagonista, aquello era una habanera. 

En un escenario construido en medio de un lago artificial y seco de ese parque de mi ciudad de adopción, me sorprendí mirando a unos señores vestidos de blanco y un pañuelo alrededor del cuello cantando cubanas en mi catalán. Voces corales graves clamaban un recuerdo sobre el que nadie me había hablado antes. Era el final del verano o el principio. No lo recuerdo. Sólo puedo asegurar que siempre cantaban en el centro de ese lago artificial seco en la época de cambio de estación en la ciudad burguesa y a veces acomplejada que quiso adormecer mi adolescencia.

En uno de esos días de estudio intensivo de urgencia, en la biblioteca de Humanidades de Bellaterra, me alejé discretamente de mi habitual sección de Filosofía. Me encontré hojeando libros sobre la historia del jazz en los que se mencionaban piezas musicales que tenía que escuchar y otras que casi había olvidado. Cayó en mis manos uno en el que descubrí las siguientes palabras: «la habanera es un baile…». La edad y las capas de información, han extraviado las líneas que seguían pero aún guardo la sensación de sorpresa: ¿lo que cantaban los hombres de blanco con un pañuelo alrededor del cuello en medio de un lago artificial seco es un baile?

Hoy me gustaría ser la Doctora Zoila Lapique Becali que dijo en una conferencia en 2007 -a la que no asistí- haber leído en el periódico La Prensa del 13 de noviembre de 1842 algo sobre un experimento musical que tuvo lugar en el café La Lonja de La Habana, en 1841, donde se puso letra por primera vez a una contradanza llamada Amor en el baile. Así, con fusión de ritmo cubano, español e incluso de corales de mujeres italianas de una compañía de ópera, empezó en los salones de baile públicos a incorporarse la letra y los ritmos de tango a esas músicas de ritmos rápidos y binarios. Ésta es la primera letra para voz y piano que apareció publicada en La Prensa:

Yo soy niña, soy bonita
Y el pesar no conocí;  

Yo soy niña, soy bonita,

Y el pesar no conocí.



Pero anoche, ¡ay mamita!,
Yo no sé lo que sentí.
Mi corazón latió así…
¡Ay!, yo creo se agita
Porque el amor entró en mi.
Mamita, sí, mamita, sí.
No lo dudes, él palpita
Porque el amor entró en mi.
Mamita, sí, mamita, sí.
No lo dudes, él palpita
Porque el amor entró en mi.
Porque el amor entró en mi.

Con la habanera llegó la independencia de las parejas en el baile. Ya no se se bailaba según una coreografía de grupo sino que se bailaba cara a cara, con los cuerpos en contacto moviéndose sensualmente con un ritmo propio, íntimo. Durante el diecinueve español heredamos esas ganas de autonomía y acercamiento mediante el chotis, el pasodoble… Todas ellas danzas agarrás censuradas unas veces por traer aires criollos, otras veces por indecentes, otras por antinacionalistas, otras por… Autoridad civil y autoridad eclesiástica desconcertadas e indignadas por esas composiciones llamadas de ida y vuelta que surgieron de ritmos de tanguillos gaditanos y óperas sembrados por los europeos, mezclados con las composiciones cubanas y haitianas, para superar la antigua contradanza caribeña y regresar de nuevo en forma de múltiples estilos.
Escribe el musicólogo Karlos Sánchez Ekiza: (…) el ritmo de contradanza se hizo más irregular, a la manera africana, y sobre todo, más lento y sensual. Bailado por parejas con plena independencia, los pies apenas se mueven, pero brazos, caderas, cabezas y ojos lo compensan con creces con movimientos sensuales, de forma similar a lo que ocurría con el danzón cubano y el primer tango, con el que tiende a menudo en la Península Ibérica a confundirse, sobre todo entre finales del siglo XIX y principios del XX.  

En Cataluña la havanera ha quedado como ese canto nostálgico que empezó a escribirse en catalán en
los años sesenta del siglo veinte y que rememoraba desde sus inicios a finales del diecinueve un lugar al que fueron los marineros, recordando a una tal Lola que les recibía en la costa alzando su pañuelo. Si bien parece que la nostalgia es una protagonista que ha quedado anclada en un folclore identificable, incluso un nacionalismo instalado, en los cantos hierven textos y pulsiones que evocan un momento de cambio; la llegada al país y la despedida del lugar de partida, el trayecto, el viaje como construcción de memorias que dibujarán el futuro del compositor y del marinero. Como un cambio de estación, o contra la superación obligada de una adolescencia intensa, el escrito, el canto y en su momento la danza se aferran al movimiento puro como rehuyendo el estatismo al que tiende todo sistema en el que las reglas de convivencia preceden al individuo, un sistema que clama la pureza de lo propio e ignora la inexistencia de lo puro.

|Texto: Irene Pomar|


 



|Texto: Irene Pomar|


habanero, ra.

1. adj. Natural de La Habana, capital de la provincia de Ciudad de La Habana, y capital de Cuba. U. t. c. s.

2. adj. Natural de Ciudad de La Habana, provincia de Cuba. U. t. c. s.

3. adj. Natural de Habana, provincia de Cuba. U. t. c. s.

4. adj. Perteneciente o relativo a aquella capital o a estas provincias.

5. adj. Dicho de una persona: Que vuelve rica de América. U. t. c. s.

6. f. Baile de origen cubano, en compás de dos por cuatro y de movimiento lento.

7. f. Música y canto de este baile.
V. chile habanero


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