Xoquiaque

Una palabra donada por Carlos Egía

La palabra xoquiaque no está registrada en el Diccionario. 
Las que se muestran a continuación tienen formas con una escritura cercana. 
ñiquiñaque. 
quique. 
tiquizque. 

Real Academia Española © Todos los derechos reservados 

De cómo lavar (no) puede esperar

Para evitar que ese olor a pescado o a carne quede para siempre o durante mucho tiempo enganchado en los utensilios de cocina, éstos deben lavarse inmediatamente. Bicarbonato, vinagre, lejía, jabón… Es difícil encontrar soluciones para eliminar ese olor al que en tan pocos sitios en el mundo se le da todavía un nombre. Para empezar, si uno escribe «soluciones contra el xoquiaque» en el templo de Google, el primer enlace que encuentra se titula «Cinco remedios para el estreñimiento». Bien.
No perdiendo la esperanza, uno puede avanzar en esa selva de los resultados de búsqueda y sorprenderse con otros enlaces como «Consejos y remedios para curar el insomnio-Euroresidentes», «Cinco pasos para combatir el estrés», «Remedios estreñimiento-Remedios caseros y naturales»… y dejarse tentar desde la ignorancia por el pensamiento de que nuestro amigo Carlos Egíadonante de la palabra que aquí nos ocupa– nos estaba tomando el pelo.
Carlos, Carlos, Carlos…, algo me huele a xoquiaque en todo esto…

Pero… ¡no tan deprisa! Por otro lado, los remedios mencionados en las primeras líneas de esta entrada, aparecen en diversos foros en los que personas que han cocinado pollo, huevos, etc. buscan una solución de raíz que les permita reencontrarse con esos pucheros que quedaron en remojo, algo que les haga olvidar el banquete de anoche, un producto que elimine esos olores… ¿a qué?: a xoquiaque o choquiaque. Así pues, me dispongo a dispersarme en todo tipo de metáforas sobre lo difícil que es borrar el pasado; sobre cómo el tiempo y el dejar estancadas ciertas cosas hacen que éstas siempre estén presentes por mucho que queramos borrarlas más adelante; quiero dejarme llevar por ese espíritu crítico y analítico que sienta tan bien cuando uno necesita responder a tantas y tantas preguntas sobre la propia vida. Todo está preparado hasta que me encuentro con esto:

Un niño. «Xoquiaque» también es un niño, muy pequeño, pero un niño. 

Estoy perdida. Tengo que cambiar el título de la entrada…
Veamos la «Etnotaxonomía nahua ligada a las deidades del panteón mesoamericano. Las plantas de Quetzalcóatl-Ehécatl entre los nahuas del norte de Guerrero», por Lilián González:

En este artículo Lilián González presenta toda una serie de plantas cuyos nombres guardan una relación directa con la manera en que se conocían ciertas deidades de las sociedades nahua de las cuales contenían la esencia. En el capítulo dedicado a «Las plantas de Ehécatl vinculadas al inframundo» dice:

El sustrato cultural que agrupa a estas plantas en la perspectiva nahua es la creencia en que ciertas propiedades de la planta se articulan con la naturaleza de padecimiento. Así, la “suciedad” o “daño” que provocan los “mal aires”, requiere de plantas odoríferas (pestilentes, de olor desagradable) que, contagiadas de los aires provenientes del inframundo y de los dioses asociados con él, al expandir su hedor absorban los malos aires. 


Fuente: Globedia

En este contexto aparecen referencias a las plantas odoríferas -apestosas- que se utilizaban para curar, entre otros, a niños muy pequeños que padecían el llamado «mal aire» y olían a xoquiaque. Lloraban por la noche, rabiosos y desprendían un olor fétido insoportable. ¿Una Pista? ¿Demasiado sutil, tal vez? A estos niños se los lavaba con plantas que guardaban una similitud con deidades del inframundo como Tláloc, dios de la lluvia, o Tlazoltéotl, diosa de la inmundicia. Esta última es definida por otras fuentes como la diosa de la lujuria y las relaciones ilícitas; relacionada con la Luna y la sexualidad, es la diosa de los mexicas que eliminaba del mundo el pecado, representada dando a luz o defecando, o sea, cagando. Como buena Pandora azteca, despertaba la atracción por las relaciones sexuales desviadas y otras locuras y, por otro lado, las absorbía. Un papel ambiguo entre la tendencia hacia lo limítrofe, lo pecaminoso, y, por otro lado, la fertilidad y la medicina.

Entre niños a los que en nahua se refieren como infantes que estaban choquiaques y a los remedios caseros para liberar la vajilla del choquiaque o xoquiaque… ¿Adónde nos lleva todo esto?

A una situación lingüística fascinante con mitos de trasfondo, figuras femeninas ambivalentes y antiolor, a usos cotidianos de una palabra de significado tentacular. A seguir investigando… Seguro que no hay una única respuesta, sobretodo cuando el aroma de la pregunta puede impregnarse por todas partes.

|Texto: Irene Pomar|



 

 







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