Ensimismarse / Embadalir

Una palabra donada por Pol Capdevila

ensimismarse.

(De en sí mismo).
1. prnl. abstraerse.
2. prnl. Sumirse o recogerse en la propia intimidad.
3. prnl. Bol., Col. y Hond. envanecerse (ensoberbecerse o ponerse vanidoso).

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embadalir
v. tr. [LC] Una cosa que es contempla, suspendre l’ànim (d’algú).
v. tr. [LC] Suspendre l’ànim (d’algú) amb la contemplació d’una cosa. Embadalia la gent amb algun dels seus jocs de mans.
intr. pron. [LC] Restar amb l’ànim suspès en la contemplació d’alguna cosa. S’embadalí amb el cant dels ocells. S’embadalia tot sovint.
Institut d’Estudis Catalans

Preludio

Baile
(Federico García Lorca)

La Carmen está bailando
por las calles de Sevilla.
Tiene blancos los cabellos
y brillantes las pupilas.

¡Niñas,
corred las cortinas!

En su cabeza se enrosca
una serpiente amarilla,
y va soñando en el baile
con galanes de otros días.

¡Niñas,
corred las cortinas!

Las calles están desiertas
y en los fondos se adivinan,
corazones andaluces
buscando viejas espinas.

¡Niñas,
corred las cortinas!


Como una Carmen congelada en una nostalgia hiperactiva, camina rápido un ciudadano gestionando el día a día. Con un proyecto borroso de un mañana como ayer, atraviesa a tientas y ajetreado unas calles llenas de manías. Manticos toldos y anuncios, manticos semáforos en rojo cuando se tiene prisa, maniáticos panfletos en favor de una vida sin supuestos y sin plazos, maniáticos neones de refrescos que despiden a sus plantillas, manticos discursos definiendo a su familia, maniáticos eventos que maquillan un falso consenso, maniáticos silencios que no recuerdan lo que querían.
Un entorno obcecado que enturbia la actitud de un ensimismado que sólo precisa de tiempo y de espacio para despegar de su ensueño. Mientras espera cruzar la calle, sin saber si vigilante o vigilado, es un voyeur que se siente observado mientras anhela tímidamente conocer el reverso de la realidad percibida.

Ensimismarse es estar antes de la revolución o plantarse en la frustración; buscar la página en blanco, abstrayéndose de un entorno suficientemente observado y vivido, para reclamar una nueva escritura o quedarse anonadado confundiéndose con el ruido; no temer ser vigilado al situarse en el punto de mira que es el objeto que venía anhelando… o vigilar inmovilizado si hay un cambio que le sea extraño.
Un momento de silencio. El derecho a la mirada perdida. Un pensamiento encontrado. Un deseo que se destila en una acción vivida
O corred las cortinas
 

(c) Arturo Pomar, Paparazzi, 0000 – 2014, tinta sobre grabado de Alberto Durero «Adán y Eva», 1504

|Texto: Irene Pomar|

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