Mariposa

Una palabra donada por Pere Soldevila 

mariposa.

(De Mari, apóc. de María, y posa, 2.ª pers. de sing. del imper. de posar).
1. f. Insecto lepidóptero.
2. f. Pájaro común en la isla de Cuba, de unos catorce centímetros de longitud total, con el vientre y rabadilla rojos, lomo de color verde claro y alas aceitunadas. Se cría en domesticidad por su canto.
3. f. Pequeña mecha afirmada en un disco flotante y que, encendida en su recipiente con aceite, se pone por devoción ante una imagen o se usa para tener luz de noche.
4. f. Luz encendida a este efecto.
5. f. Forma de natación en que los brazos ejecutan simultáneamente una especie de rotación hacia delante, mientras las piernas se mueven juntas arriba y abajo.
6. f. Taurom. Suerte de correr las reses abanicando con el capote a la espalda y dando el diestro la cara al toro.
7. f. Cuba. Planta herbácea de hojas lanceoladas y flores blancas, muy olorosas en forma de mariposa, que crece en lugares húmedos y se reproduce por rizomas.
8. f. Cuba. Flor de esta planta. Es la flor nacional de Cuba.
9. f. Hond. tronera (juguete de papel plegado).
10. f. Hond. Instrumento para regar, en forma de hélice o de grifo giratorio que, unido a una manguera, hace que el agua se esparza de manera uniforme.
11. f. Hond. Hélice del motor de una lancha.
12. m. coloq. Hombre afeminado u homosexual.
~ de la muerte.
1. f. La que tiene sobre el dorso del tórax unas manchas que forman un dibujo parecido a una calavera.
~ de la seda.
1. f. Aquella cuya oruga produce la seda que se utiliza en la industria más comúnmente, y en general todas las que tienen orugas productoras de seda.
V.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados



William Blake – Job Accepting Charity – Print – Rosenwald Collection – 1943.3.1821
National Gallery of Art















































Dice que se le han derretido las alas en las manos. Que de tanto sostenerlas, éstas olvidaron moverse hasta disolverse. De tanto asirlas, logró que no escapara aquélla que tenía enfrente, pero se condenó a sí mismo a no ver su cara nunca más. Ella le daría la espalda eternamente y arrojaría su alma a la nube que jamás volvería a rozar. 

Dice que ella lo trató un día de capullo, de imberbe y de degenerado -según él por desearla sin tapujos. Dice, asombrado en su diván de pago, que no entiende por qué no deja de pensar en ella, de soñarla durante su insomnio forzado.

Afirma que revolotean en su estómago miles de posibilidades; alternativas a lo soñado,  delirios racionales y ensoñaciones justificadas.  
Oye violines -a veces guitarras eléctricas- que riman con el aleteo de las palabras de una noche de verano. Sentado al lado de lo que en su día fue una granja o un granero, llena el espacio de cigarrillos y cosas del futuro, de artificios creados por momentos efímeros de artistas sin palabras, de gestos de verdad.

Responde, quiere responder, quiere decirle que… Le desea un vuelo sin trabas, sin alas de mantequilla, libre de pensamientos fundidos con una realidad con anclas.

Y dice, sin embargo, que la retiene, que no deja de sujetarla mientras le susurra a un oído obligado a escuchar. Y no entiende su silueta en proa, su cuerpo siempre tenso hacia adelante, ni el movimiento de sus alas que actúan como cautivas. «Si yo ya me he despedido…» –se dice-. «Si yo no quiero retenerte…» -le susurra. 

Dice que se le han derretido las alas en las manos. Que de tanto sostenerlas, olvidaron moverse hasta disolverse. De tanto asirlas, se deshilacharon las ansias de volar y se tejieron las prisas por vivir.


William Blake – Job Accepting Charity – Print – Rosenwald Collection – 1943.3.1821 –
National Gallery of Art







|Texto: Irene Pomar|

 

Cada invierno millones de ejemplares de la mariposa monarca  migran a California y México. La monarca norteamericana  realiza una travesía  con una distancia cercana a los 5.000 kilómetros, pero solo las nacidas a finales de verano o principios de otoño son las que realizan el mayor viaje conocido de todos los insectos. Frente a una vida como mariposa de 2 a 6 semana, la generación migratoria (“matusalén”) vive hasta 9 meses y realiza la migración de ida y vuelta. Fuente: http://tectonicablog.com/?p=84103

 

     

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.