Una palabra donada por Ángel Soria Rodríguez
aguamanil.
1. m. Jarro con pico para echar agua en la palangana o pila donde se lavan las manos, y para dar aguamanos.
3. m. palanganero.
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| (c) Sofía de Juan, Tarot averno. Templanza (XIV). El gavilán, 2015 |
Sí. Pudo ser un Tweet pero se quedó en Twist.
Ahora mismo me sentaría muy pero que muy bien empezar mencionando a Proust (al que no he leído) y las instrucciones de Perec (al que sí he leído) para permitir que el tono de mis palabras, ñoño y ebrio de sentimentalismos, se cubra con la manta intelectual de los que ya lo dijeron todo.
Me recostaría con gusto en el lecho de las neuronas ajenas para saltar mejor hacia la incertidumbre.
Vislumbro la certeza del erotismo que recuerdo, redecorándolo, mientras invento caricias nuevas que, de tanto dibujarlas, me parecen viejas.
No vendrás.
Te sonrío sin parar para que el brillo de mis ojos parezca rayos de alegría y entusiasmo. Escondo tan bien que he estado bebiendo decepciones, que hasta el rojo de mi mirada parece ser fruto de una insolación. Claro, es verano.
Ante la falta de interlocutor real, de alguien que no traduzca mis propósitos para convertirlos en aptos para sus oídos, de nada sirve ser soez. Ni soez, ni educada, ni muda…
Este adiós es el manutergio en el que seco las manos cansadas de hacer malabares, de trasvasar el mar y la lágrima, el silencio y la euforia.
Es la rendición del guerrero pacifista, del clásico continente de paradojas barrocas, tópicas y psicotrópicas; del alucinado soez que sonríe soñando en poesía; del vampiro hemofílico autófago que perdió los cubiertos.
¡Reyes y reinas del autoservicio!: a barrer idilios empuñando espadas de sólidos gavilanes, para que queden indemnes las manos y siembren así verdades, recolectando -tal vez- posibilidades.
|Imagen y obra: Sofía de Juan|
|Texto: Irene Pomar|
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Se me ha caído el diccionario 